Un niño de 10 años caminó más de 2,800 kilometros para poder abrazar a su amada abuela


Visitar a nuestros seres queridos durante la pandemia se ha convertido en una tarea realmente difícil sobre todo con el paso de los meses.

 

Aun así, cuando Romeo Cox, de solo 10 años, decidió que lo que más quería en el mundo era un abrazo de su abuela de 77, no dejó que algunos obstáculos en el camino, como la cuarentena, o que ella estaba a 2.800 kilómetros de distancia y no había vuelos desde su nuevo hogar en Italia a su Reino Unido natal, le impidieran hacer el viaje.

“No había visto a la abuela durante un año y medio, así que (durante el encierro) planeé en secreto ir a verla”, dijo en una entrevista al The Times of London.

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Los padres de Romeo tardaron un poco en aceptar su deseo, pero finalmente los convenció para que lo dejaran hacer el viaje. "Le pregunté a mis padres y me dijeron que no más de 50 veces", dijo.

"Finalmente estuvieron de acuerdo, siempre que planeáramos que todo fuera seguro para no contagiarse de Covid-19".

Con la bendición de su familia, Romeo convirtió sus planes en acción.

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“Dibujé un mapa. Caminaría y tomaría botes de forma natural para ayudar al planeta. Y me llevaría a papá. Sería útil tener un adulto".

Y claro que fue muy útil, ya que el padre de Romeo, Phil Cox, de 46 años, es un periodista y cineasta cuya experiencia cubriendo zonas de guerra le dio un conocimiento invaluable sobre cómo abrirse camino en condiciones menos que ideales.

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Por supuesto, Romeo no es el único pariente que demuestra que está decidido a reencontrarse con sus seres queridos, porque donde hay voluntad, siempre hay una manera.

Vale recordar que, en julio pasado, el mundo conoció la historia del intrépido marinero Juan Manuel Ballestero, atrapado por la pandemia, navegó solo 9.000 kilómetros a través del Atlántico desde Portugal hasta Argentina para poder reunirse con su padre de 90 años para celebrar el Día del Padre.

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Romeo y Phil emprendieron su viaje el pasado sábado 20 de junio. Juntos viajaron por Italia, Suiza y Francia.

En el transcurso de su viaje, el dúo pasó muchas noches bajo las estrellas.

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También se vieron obligados a defenderse de los perros silvestres, se perdieron una o dos veces, sufrieron dolor en los pies, se hicieron amigos de un burro silvestre y se tomaron un tiempo para trabajar como voluntarios en un campo de refugiados en el norte de Calais, pero no importa cuán inusuales o adversas fueran las condiciones, ellos siguieron adelante.

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Eso ocurrió porque, además de querer ver a su amada abuela, Romeo tenía otra razón de peso para completar su misión: recaudar dinero para ayudar a los niños refugiados.

Cuando su familia se mudó a Palermo en Italia, Romeo fue ayudado por algunos de sus nuevos compañeros que ya se habían establecido y adaptado. Él contó la historia de su mejor amigo, Randolph, cuya familia se vio obligada a caminar miles de kilómetros mientras se dirigían de Ghana a Italia.

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“Caminó incluso más lejos que yo en este viaje, pero sin comida ni agua y con miedo. Estaba arriesgando su vida”, dijo Romeo a Metro News.

“Él me ayudó cuando llegué a Sicilia, por lo que quería ayudarlo a él y a otros niños vulnerables a cambio”.

Romeo logro juntar más de $ 24,000 dólares en donaciones para ayudar al Refugee Education Across Conflicts Trust.

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El 21 de septiembre, padre e hijo llegaron a Trafalgar Square en Londres, donde pasaron dos semanas obligatorias en aislamiento antes de que se les permitiera hacer el tramo final del viaje a la casa de la abuela Rosemary.

"Me siento cansado ahora, como un anciano de 100 años", bromeó Romeo a Metro News, "pero fue muy divertido".


Con la casa de su abuela finalmente a la vista, Romeo echó a correr lleno de felicidad y el encuentro terminó en el abrazo que tanto había deseado.

Al principio, fue difícil para su abuela entender todo lo que Romeo había hecho y logrado en el camino. “Al principio no creía en el increíble viaje de mi nieto”, admitió.

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Pero más que cualquier otra cosa, su corazón estaba lleno de amor y gratitud. “Los niños pueden inspirarnos y animarnos a todos. En nombre de todas las abuelas del mundo, quiero agradecerle también a Romeo, abrazarlo y besarlo mucho ".

Hoy más que nunca, el mundo necesita más niños como Romeo para que este sea un lugar mejor para todos.

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